domingo, 4 de marzo de 2018

LA BRUJA QUE PERDIÓ SU NOMBRE

Queridas familias:

Como habéis visto en el blog, estamos realizando con el alumnado una actividad de animación a la lectura con el cuento titulado "La bruja que perdió su nombre". Os invitamos a leer la historia con vuestros hijos e hijas. Seguro que a ellos les va a encartar recordar a la bruja. 

Ahora en las aulas, el alumnado está inventando un final para el cuento. Estad atentos porque entre todos y todas, tendremos que decidir qué nombre le ponemos a nuestra bruja.



 
LA BRUJA QUE PERDIÓ SU NOMBRE

   Había una vez una bruja alta, delgada, muy elegante y presumida. Tenía unos ojos grandes y saltones con unas larguísimas pestañas rizadas, y una nariz puntiaguda con una gran verruga de color verde. Su pelo era muy largo, también de color verde y se lo peinaba con dos trenzas. Usaba gafas, ya que últimamente no veía muy bien.

   Siempre se vestía igual, con un vestido negro, una falda rosa, unas medias de lunares de mil colores, unos zapatos negros de tacón y una capa azul que se movía con el viento cuando volaba. En las manos se ponía unos guantes negros y en la cabeza un magnífico sombrero negro con una hebilla que brillaba como si fuera de plata cuando le daba el sol. Por supuesto, nunca salía de casa sin su escoba. Era una escoba que estaba vieja porque además de usarla para volar, también la utilizaba para barrer su casa.

   ¿Os he dicho que estaba muy triste?¿Queréis saber por qué?
Un día la bruja salió de su casa. Estuvo volando sobre la ciudad mucho tiempo montada en su escoba, porque el día era claro y soleado y a ella le encantaba ver la ciudad desde arriba. Paró en el parque, allí estuvo jugando con los niños y niñas y pasó por el supermercado a comprar algo para preparar la cena.

    Cuando llegó a su casa, la bruja se dio cuenta de que no recordaba su nombre. Era muy despistada. Algunas veces había olvidado ponerse su sombrero, ir al dentista e incluso un año olvidó celebrar su cumpleaños... Pero algo así nunca le había ocurrido. ¿Se le habría caído su nombre en el nido de las cigüeñas cuando iba volando por la ciudad? ¿Estaría al lado del tobogán del parque? ¿Se lo habría dejado en el supermercado cuando pagaba sus compras?... o quizás... Por más que lo pensaba no era capaz de saber qué había sucedido.

   Ese día se acostó muy preocupada. Pensaba y pensaba qué podía haber ocurrido pero nada, no conseguía recordarlo. Así que, por la mañana, se levantó muy temprano y decidió utilizar su magía. No podía seguir sin saber cómo se llamaba.
  
   Primero dijo unas palabras mágicas que le había enseñado su tía Enriqueta, una bruja que escribía cuentos para los niños y niñas, y que siempre le daban muy buen resultado:
        ¡Abracadabra, sombrero y escoba!
        ¡Qué mi nombre, vuelva a mi memoria!.
   Repitió las palabras mágicas una vez.. otra vez, pero nada. Por más que lo intentó su nombre no volvió...

   Así que decidió hacer un encantamiento que le habían enseñado cuando estuvo en la escuela de brujas aprendiendo a ser una bruja buena:


"¡Qué bailen las brujas!
¡qué canten los sapos!
¡Qué mi nombre,
vuelva a recordarlo!"

      Lo dijo una vez, otra.. Pero nada..

     Cada vez estaba más triste. Se pasó el día llorando y suspirando.
     ¿Qué podía hacer? ... De repente se acordó de su abuela. Su abuela, la bruja Anacleta le había enseñado un conjuro, que tenía una fórmula secreta. Eso sí, su abuela le había dicho que sólo podía hacerlo en casos de mucha emergencia.
Pero es que este lo era. ¿Cómo iba a salir a la calle sin su nombre?¿Cómo iba a ir a jugar con los niños y niñas si no sabía su nombre? Y si recibía una carta, ¿cómo saber si era para ella?
      No se lo pensó más y se puso manos a la obra. Sacó su caldero mágico y el maletín donde tenía guardados los ingredientes que su abuela le había dejado. Con mucho cuidado desenrolló el papel en el que su abuela explicaba cómo hacer el conjuro. La bruja empezó a leer:
 
Ingredientes:
                                            - Un rayo de sol de primavera 
                                            - Unas gotas de lluvia de verano.
                                            - Un poco de polvo de estrellas
Preparación:
Poner primero el rayo de sol dentro del caldero. Añadir las gotas de lluvia y por último el polvo de estrellas. Mezclar todo bien durante media hora y ponerlo a la luz de la luna llena durante toda la noche. Antes de que salga el sol decir muy despacio delante del caldero las palabras mágicas con lo que deseas.

     La bruja preparó todo con mucho cuidado. Mezcló todos los ingredientes y colocó el caldero en la terraza, que era donde mejor se veía la luna llena y esperó impaciente a que desapareciera. Cuando desapareció dijo:
                                      Luna de la noche,
                                      luz de la aurora.
                                     ¡Haced que mi nombre,
                                      apararezca ahora!.

    Esperó unos minutos y como su nombre no aparecía lo volvió a repetir:
                                                            Luna de la noche,
                                    luz de la aurora.
                                    ¡Haced que mi nombre,
                                                           apararezca ahora!. 
 

       Esperó una hora..dos..tres.. el día enteró.. y nada. ¡Era la primera vez que el conjuro de su abuela Anacleta no daba resultado!

¿Qué más podía hacer? Por mucho que pensaba no se le ocurría ninguna otra solución.



2 comentarios:

  1. Me encanta el cuento, y nuestra brujilla... Ahora a esperar para ver que nombre tendrá.

    ¡Qué nervios!

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  2. Que trabajo tan diver y bonito!
    así da gusto leer...

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